Corrupción en la Conade: el fracaso de la fiscalización en el deporte mexicano.
La Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), bajo la dirección de Ana Gabriela Guevara, enfrenta su tercera denuncia penal ante la Fiscalía General de la República (FGR) por presunta corrupción. Esta vez, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó un presunto desvío de más de 60 millones de pesos correspondientes al programa “Atención al Deporte” en 2019. El caso se suma a una serie de observaciones que, en conjunto, ya superan los 524 millones de pesos sin aclarar en las cuentas públicas de 2019, 2020 y 2022.
Lo más grave no es solo el monto, sino el modus operandi repetido: contratos simulados, adjudicaciones directas sin licitación, cobros de “moches” y empresas sin capacidad operativa que fueron beneficiadas. Uno de los ejemplos más escandalosos es el de la empresa Cocinas Industriales Multifuncionales de Calidad (CIMCSA), que recibió 17 millones de pesos por servicios que nunca se comprobaron. Según la ASF, se presentaron cotizaciones falsas y se pagaron sobornos a funcionarios de la Conade para manipular el proceso.
Este patrón de irregularidades no es nuevo. Desde el inicio del sexenio, la gestión de Guevara ha sido señalada por opacidad, autoritarismo y desdén hacia los procedimientos administrativos. Más allá de las denuncias, lo preocupante es que las auditorías han identificado fallas estructurales en los mecanismos de control interno. A pesar de los múltiples hallazgos, los funcionarios implicados no solo han evitado consecuencias legales, sino que continúan operando dentro de la dependencia.
¿Dónde está el verdadero problema? En la ineficacia de los sistemas de fiscalización y en la permisividad institucional. La ASF puede detectar, denunciar y documentar, pero sin acciones firmes del Ministerio Público, los expedientes se apilan sin resultados tangibles. La carpeta de investigación abierta por la Fiscalía Anticorrupción no debería ser simbólica: debe conducir a sanciones ejemplares y a una reestructuración profunda del organismo.
El deporte mexicano, históricamente relegado, no puede seguir siendo víctima de intereses políticos, opacidad y corrupción. Cada peso desviado es una beca menos para un atleta, un campamento cancelado, un uniforme que no llega. Es indignante que una institución creada para impulsar el desarrollo físico y deportivo del país se haya convertido en un foco rojo de desvío de recursos.
Ana Gabriela Guevara, quien fuera emblema del atletismo nacional, hoy representa —paradójicamente— uno de los mayores escándalos de corrupción en el ámbito deportivo. Y mientras las investigaciones continúan, los resultados en el medallero, las condiciones precarias de los atletas y el descontento del gremio deportivo siguen siendo prueba del costo real de esta negligencia.
Es momento de exigir rendición de cuentas y asumir que el combate a la corrupción no debe tener excepciones. Ni siquiera si quien dirige una institución alguna vez llevó el nombre de México en el pecho.
Mientras en Sonora: Fallas en disciplina, infraestructura y transparencia.
A pesar de que Erubiel Durazo anunció en su momento un incremento presupuestal para Codeson —un 18 % para 2025 según él mismo lo declaró—, que supuestamente “prioriza a los entrenadores”; los hechos sugieren una brecha considerable entre lo que se promete y lo que se entrega.
Por ejemplo, en los Estatales 2024 organizados por Codeson se reportó que solo se reconocieron 17 disciplinas para la competencia estatal. Eso puede ser visto como una racionalización, pero también como exclusión de otras disciplinas que históricamente participaban, lo cual es motivo de inquietud para los clubes afectados.
Madres de atletas de alto rendimiento han denunciado la “desatención” y la falta de tacto del funcionario, pues mencionan que sus hijos han tenido interrupciones en entrenamientos, incluso por falta de apertura oportuna de instalaciones. Esto genera un efecto muy concreto: los atletas pierden tiempo valioso de preparación, lo cual puede traducirse en menor rendimiento, exclusión de competencias nacionales o retrasos en su desarrollo profesional.
Un problema simbólico, pero significativo, es el del gimnasio “Unidad Deportiva Ana Gabriela Guevara (Polifuncional)” en Hermosillo, que se convirtió, en su momento, en albergue para migrantes, mientras los deportistas reclamaban su disponibilidad. Erubiel Durazo reconoció la situación, esto marcó una falla en la gestión del recurso‑espacio: la infraestructura deportiva debe estar al servicio del deporte, no en una indefinición que perjudica a quienes la necesitan.
Además, una columna crítica lo señaló como encargado de una de las “peores administraciones que ha pasado al frente de la institución”, considerando que las asociaciones deportivas estatales sienten que al llegar a Codeson su primera respuesta es “no hay dinero”. Esa percepción erosiona la credibilidad institucional, lo que a su vez puede desalentar la participación de clubes, entrenadores y atletas.
La gestión de Erubiel Durazo al frente de Codeson tiene visos de buenas intenciones —como los aumentos presupuestales o la cobertura de campamentos de verano con 17 disciplinas para niños y niñas. Pero el conjunto de críticas sugiere que la ejecución está fallando en varios frentes clave: continuidad de apoyo, infraestructura disponible, transparencia y trato a los entrenadores/atletas.
Si el objetivo es hacer de Sonora una entidad deportiva competitiva y con oportunidades para todos, no basta con anunciar presupuestos o campañas. Se requiere una gestión que entregue resultados concretos, oportunos y equitativos, que responda a las quejas de quienes están en el terreno y que restituya la confianza en los procesos institucionales.
Con razón la “guerra sucia” ya inició.
Hermosillo se pone los tenis: Toño Astiazarán y el poder del deporte como unión social.
Lo que se vivió en Navojoa este domingo fue mucho más que una carrera: fue un ejemplo de cómo el deporte puede ser motor de comunidad, solidaridad y orgullo regional. El segundo trote amistoso rumbo al Maratón Internacional de Hermosillo 2025 reunió a más de 2 mil personas en una auténtica fiesta deportiva, encabezada por el alcalde de la capital sonorense Antonio “Toño” Astiazarán, quien ha sabido posicionar este evento como uno de los más importantes del noroeste del país.
Desde la emblemática Plaza 5 de Mayo, familias completas, corredores locales y atletas de todas las edades se lanzaron a recorrer rutas de 3, 5 y 10 kilómetros. Pero lo que más destacó no fue la velocidad, sino la energía colectiva, la inclusión y el mensaje claro: el maratón no es solo una competencia, sino una plataforma para fortalecer el tejido social.
La visión del alcalde Astiazarán ha sido clara: el deporte debe dejar de ser visto como un accesorio en la gestión pública y convertirse en eje central de bienestar y desarrollo comunitario. Este tipo de eventos no solo promueven la activación física, sino también el sentido de pertenencia y la colaboración entre municipios. Que Hermosillo promueva su maratón desde otras regiones del estado habla de una capital abierta, incluyente y en movimiento.
Un aspecto que merece especial reconocimiento fue la donación de alimentos no perecederos por parte de los asistentes, destinados al Banco de Alimentos. En tiempos donde la empatía social es tan necesaria, el trote en Navojoa también fue una muestra de solidaridad. Correr, en este caso, fue también una forma de ayudar.
Toño Astiazarán aprovechó para agradecer a las autoridades de Navojoa, al departamento de tránsito y a todas las corporaciones involucradas en la organización. Su mensaje no fue solo institucional, sino humano: “Que tengamos un día especial para convivir en familia”, dijo, recordando que el deporte no solo se mide en medallas, sino en momentos compartidos.
El Maratón Internacional de Hermosillo, que se celebrará el próximo 7 de diciembre, es ya un referente. Atrae corredores de distintos estados y países, proyecta a la ciudad como un punto de encuentro deportivo de nivel nacional e internacional, y deja beneficios tanto económicos como sociales.
Eventos como este demuestran que, cuando hay voluntad política, visión estratégica y cercanía con la gente, el deporte puede transformarse en un vehículo real de cambio. Hermosillo se alista para correr, sí, pero también para seguir avanzando como ciudad moderna, saludable y solidaria.
Y en esa ruta, Toño Astiazarán no solo guía con paso firme: lo hace corriendo al lado de su gente.
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