Cada vez más personas traen más lonches al trabajo, así es como el WSJ lo ve como mal indicador económico.
NUEVA YORK, Estados Unidos a 15 de abril del 2025.- Detrás de una nota adhesiva que dice “¡No tocar!” en el refrigerador de la oficina podría esconderse un indicador económico sorprendentemente revelador: cada vez más empleados están trayendo lonches de casa al trabajo, más que en años anteriores, destaca The Wall Street Journal.
Aunque millones de trabajadores han regresado a sus oficinas tras la pandemia, ese esperado retorno no ha representado el impulso económico que esperaban los restaurantes, salad bars y locales de comida rápida que dependen del horario de almuerzo.
El aumento en los precios ha hecho que muchos opten por llevar su comida en recipientes de plástico o en bolsas de papel desde casa.
Varias personas dejan de comer en restaurantes y mejor ahorran
Según la firma de análisis de consumo Circana, el número de almuerzos comprados en restaurantes y establecimientos similares cayó un 3% en 2024 respecto al año anterior, con un total de 19.5 mil millones de comidas vendidas.
Esta cifra es incluso menor a la de 2020, en pleno auge del trabajo remoto. En contraste, las compras en supermercados y tiendas para preparar almuerzos en casa o llevar al trabajo aumentaron un 1%.
Bethany Kennedy, abogada en las afueras de Buffalo, Nueva York, solía gastar alrededor de $500 dólares al mes en almuerzos fuera de casa.
Pero el aumento de impuestos y otros costos la hicieron repensar ese hábito. Ahora solo se permite un almuerzo fuera por semana y lleva ensaladas preparadas o pasta congelada el resto de los días. Aunque disfruta ahorrar, admite que ya se está empezando a aburrir.
Restaurantes en riesgo por economía
Este cambio está afectando directamente al ecosistema de restaurantes, cafeterías y locales en zonas de oficinas, muchos de los cuales apenas sobrevivieron a los cierres del 2020.
En Boston, por ejemplo, la mayoría de los restaurantes de servicio completo aún no ha reanudado sus servicios de almuerzo, según Michael J. Nichols, presidente de la Downtown Boston Alliance.
“Todavía no alcanzamos los niveles de tráfico peatonal de 2019”, comenta Nichols, quien también está preocupado por el impacto que puedan tener nuevos aranceles y temores de recesión en los locales de comida rápida.
Estrategias para atraer clientes al mediodía
Algunas organizaciones han comenzado a implementar estrategias creativas para atraer a los trabajadores durante la hora del almuerzo.
En Boston, el High Street Place Food Hall organiza eventos deportivos como March Madness o el Masters, además de ofrecer pedidos en línea para evitar filas.
En St. Louis, contrataron músicos callejeros para animar el centro de la ciudad, y en San Francisco —donde la ocupación de oficinas ronda solo el 43%— se han programado presentaciones de jazz en espacios públicos durante el mediodía, según Robbie Silver, CEO de Downtown SF Partnership.
“Los restaurantes que dependían de la jornada laboral de nueve a cinco siguen en una situación muy vulnerable”, explica Silver, aunque mantiene la esperanza de que los nuevos mandatos de regreso a la oficina ayuden a mejorar la situación.
El tráfico de clientes en restaurantes fast-casual cayó un 7.9% en el primer trimestre de 2025, según datos de Black Box Intelligence.
Las cadenas de comida rápida también reportaron una caída del 4.2%. Algunas marcas emblemáticas como Red Lobster, Tijuana Flats y Roti incluso se declararon en bancarrota.
El principal problema: el precio. En promedio, un trabajador híbrido gastó $21.06 por almuerzo en 2024, frente a $16 en 2023, según una encuesta de Owl Labs a 2,000 empleados estadounidenses.
Los retos del lonche casero
En una encuesta reciente en LinkedIn, el 71% de más de 4,200 participantes dijo que se había propuesto llevar su comida de casa con más frecuencia. Sin embargo, no siempre es fácil mantener la constancia.
Valerie Myers, profesional de comunicaciones en Richmond, Virginia, confesó que no podía comer espagueti tres días seguidos sin perder la motivación, por lo que rota sus sobras.
Robert Johnsen, ingeniero en California, cuenta con la ayuda de su esposa y su hijo chef para llevar comida, pero muchas veces la olvida en el refrigerador.
“Mi esposa me dice: ‘¿De verdad se te olvidó otra vez? ¿Te pongo un cartel gigante?’”.
Otros enfrentan problemas logísticos: no hay espacio en la nevera, la fila del microondas es larga, o el olor de ciertos alimentos puede invadir toda la oficina.
Danielle Nathan, trabajadora en Manhattan, lo sabe bien.
“Si llevo algo como brócoli asado, no lo caliento completamente para que no huela toda la oficina”, comenta.