Estados Unidos a 13 de Junio del 2024.- Un estudio reciente ha revelado una preocupante conexión entre el tiempo que los niños pasan sentados y el riesgo de desarrollar enfermedad del hígado graso en la adultez. La investigación, publicada en la revista “Gut and Liver” y presentada en la reunión anual de la Sociedad Endocrina en Boston, sugiere que el sedentarismo en la infancia podría tener efectos a largo plazo en la salud hepática.
¿Cómo afecta el sedentarismo a la salud?
Según los investigadores, los niños que pasan más de seis horas al día en actividades sedentarias tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA) y cirrosis hepática cuando llegan a la adultez.
La EHGNA es una acumulación de grasa en el hígado que no está relacionada con el consumo de alcohol y puede progresar a cirrosis, insuficiencia hepática y cáncer de hígado.
El estudio encontró que por cada media hora adicional de comportamiento sedentario más allá de las seis horas diarias, el riesgo de desarrollar EHGNA en la adultez aumentaba en un 15%. Esta estadística alarmante destaca la importancia de evaluar y modificar los hábitos diarios de los niños para prevenir futuros problemas de salud.
Resultados del estudio
El estudio analizó datos de casi 2,700 niños británicos que utilizaron dispositivos de muñeca para monitorizar su actividad diaria entre los 11 y los 24 años. Los investigadores realizaron ecografías hepáticas a los participantes a las edades de 17 y 24 años para evaluar la presencia de grasa en el hígado y detectar posibles cicatrices hepáticas.
Los resultados mostraron que alrededor del 20% de los participantes tenían EHGNA a los 24 años. Este hallazgo fue sorprendente, ya que el riesgo de desarrollar esta enfermedad se multiplicó por ocho en solo siete años. Según Agbaje, los expertos no esperaban que la prevalencia de EHGNA alcanzara un 20% hasta que las personas llegaran a mediados de los 40 años.
Consecuencias a largo plazo
Los hallazgos del estudio son alarmantes. La mitad de los jóvenes de 24 años con EHGNA tenían una forma grave de la enfermedad, y uno de cada 40 ya mostraba señales de cicatrización hepática.
Además, tres de cada 1,000 podrían ser diagnosticados con cirrosis. La cirrosis es una cicatrización severa del hígado que puede aumentar el riesgo de cáncer de hígado y, en casos graves, requerir un trasplante de hígado.
Agbaje enfatizó la necesidad de aumentar la conciencia pública sobre los peligros del sedentarismo en la salud de los niños, adolescentes y adultos jóvenes. “La enfermedad avanzada del hígado graso y la cirrosis hepática, que es una cicatrización severa y el endurecimiento del hígado, podrían aumentar el riesgo de cáncer de hígado futuro o requerir un trasplante de hígado”, advirtió.
¿Cómo combatirlo?
A pesar de los riesgos asociados con el sedentarismo, el estudio también identificó una forma de contrarrestar estos efectos negativos: la actividad física de intensidad ligera. Los investigadores descubrieron que por cada media hora adicional de actividad física ligera más allá de las tres horas diarias, el riesgo de EHGNA grave disminuía en un 33%.
El Dr. Andrew Agbaje, profesor asociado de epidemiología y salud infantil de la Universidad de Finlandia Oriental y principal autor del estudio, señaló que:
“el antídoto más efectivo para los efectos devastadores del sedentarismo infantil en la salud no es la tan anunciada actividad física de moderada a vigorosa de 60 minutos al día. Más bien, es la actividad física de intensidad ligera que se pasa por alto de 3 a 4 horas por día”.
Ejemplos de actividad física ligera
La actividad física ligera puede incluir una variedad de actividades cotidianas que son fáciles de integrar en la rutina diaria de un niño. Algunos ejemplos proporcionados por los investigadores incluyen:
– Juegos al aire libre
– Jugar en el patio de recreo
– Pasear a un perro
– Hacer mandados para los padres
– Caminar y andar en bicicleta
Estas actividades no solo ayudan a reducir el tiempo que los niños pasan sentados, sino que también fomentan un estilo de vida más activo y saludable. Para proteger la salud hepática de los niños, los padres y educadores deben integrar actividades como paseos en bicicleta, caminatas y juegos al aire libre en la rutina diaria de los niños.
Así como reducir el tiempo que los niños pasan frente a televisores, computadoras y dispositivos móviles. Buscando crear un ambiente que anime a los niños a moverse más, tanto en casa como en la escuela.
Al tomar medidas proactivas y fomentar un estilo de vida activo, podemos ayudar a nuestros hijos a desarrollarse de manera saludable y prevenir problemas de salud en la adultez.