Columna: Picando Cresta.
Hermosillo, Sonora a 04 de diciembre de 2025.- Por desgracia, en el deporte sonorense las malas noticias suelen llegar en cascada. Y ahora, el caso del medallista olímpico juvenil Kamil Pérez Medina vuelve a poner el dedo en la llaga: la fragilidad institucional que enfrentan nuestros atletas incluso dentro de las instalaciones donde deberían sentirse más seguros.
Kamil sufrió un duro golpe al impactarse con un poste de la cancha de voleibol en el CUM. Fue atendido por el personal de Medicina del Deporte, pero el diagnóstico preliminar es alarmante: cirugía de orbita (fractura de cráneo). Un talento que ha puesto en alto el nombre de Sonora ahora se encuentra en una situación crítica, y su familia ha tenido que recurrir al apoyo económico externo para costear una cirugía que no puede esperar.
Lo verdaderamente indignante no es solo el accidente —que puede ocurrir en cualquier disciplina—, sino la realidad que destapó: ningún atleta seleccionado sonorense cuenta con seguro médico mientras entrena en las instalaciones de CODESON. Una omisión tan grave como inexplicable en pleno 2025, cuando el discurso oficial presume apoyo integral al deporte.
El seguro médico únicamente aplica durante la Olimpiada Nacional bajo cobertura de CONADE, pero deja un enorme vacío en los periodos de entrenamiento y preparación, es decir, justamente cuando los deportistas pasan la mayor parte del tiempo. Esa laguna administrativa deja a nuestros atletas en un estado de indefensión alarmante: entrenan duro, representan al estado, dan resultados… pero, si se lesionan fuera de un evento oficial, simplemente están solos.
En un país donde se impulsa la cultura física para prevenir enfermedades, fortalecer la salud y construir una sociedad más activa, resulta incongruente que quienes hacen del deporte su vida no cuenten con lo mínimo: protección médica digna. La lesión de Kamil no debería convertirse en otro caso anecdótico, sino en un llamado urgente para que CODESON revise protocolos, garantice seguros permanentes y atienda los riesgos inherentes a cada disciplina.
Porque si los atletas ponen el corazón, lo menos que pueden recibir es un sistema que les responda cuando más lo necesitan. Y hoy, lamentablemente, la institución les está fallando.
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