El reciente anuncio del torneo llamado Primera Gran Copa de la Transformación —promovido por las y los diputados del Congreso de Sonora— suena, a primera vista, como una buena iniciativa: deporte gratuito, atención a niñas, niños y jóvenes en Hermosillo, fomentando hábitos de vida saludables.
Sin embargo, al ponerlo frente al marco de lo que verdaderamente debe hacer un legislador local, surgen más de una duda e interrogante: ¿es esta actividad prioritaria para la función parlamentaria o ya adelantaron las campañas?
En la Constitución del Estado de Sonora se establece que el Poder Legislativo estatal se deposita en el Congreso, “encargado de elaborar las leyes que se aplican en toda la entidad”. Asimismo, el artículo 31 dice que dicho órgano estará integrado por 21 diputados propietarios por mayoría relativa y hasta 12 por representación proporcional. En otras palabras, los legisladores locales tienen por tarea principal legislar, fiscalizar, representar al pueblo y proponer políticas públicas.
Por ello llama la atención que se concentren más en organizar un torneo deportivo que en, por ejemplo, proponer reformas legislativas sustantivas, fiscalizar al Ejecutivo o atender otras emergencias del estado. Sí, el deporte es importante —y más aún en un contexto de vulnerabilidad juvenil y donde la salud mental es un tema creciente— pero ¿corresponde a la función de un legislador “organizar” torneos con premios de 24 mil pesos para el primer lugar y 12 mil para el segundo?
Cuando una actividad de este tipo se convierte en la imagen pública de un legislador, cabe preguntarse:
- ¿Se está privilegiando la “visibilidad” del diputado sobre su papel de legislar o fiscalizar?
- ¿Este tipo de evento corresponde a tareas del Ejecutivo o del gobierno municipal, más que del Congreso estatal?
- ¿O acaso estamos viendo un adelanto encubierto de campaña, aprovechando los recursos públicos, los “torneos gratuitos” y los premios para generar simpatías?
Además, en Sonora el Congreso local ya tiene varias iniciativas serias en materia deportiva: por ejemplo, recientemente se turnaron reformas en la Ley de Inclusión de Personas con Discapacidad y para fomentar el deporte. Entonces, si los diputados están tan preocupados por el deporte, ¿no sería más congruente impulsar esos cambios normativos, destinando recursos a la infraestructura deportiva, garantizando acceso igualitario, más que organizar “cupos” o torneos con dinero para premios?
Por otro lado, este tipo de torneo “interdistrital” que promueve los seis distritos de Hermosillo —ojo, Hermosillo, no todo el estado— corre el riesgo de quedar como una iniciativa mediática de corto plazo y no como política pública sostenible. Según la convocatoria será por fútbol de salón y voleibol, con categorías de 9 a 16 años, y con uniformes y premios para los ganadores. Pero la pregunta es: ¿qué pasa después del torneo? ¿Habrá seguimiento, infraestructura, programas permanentes? ¿O sólo queda “la foto” del diputado con los jóvenes y los trofeos?
También es válido reflexionar sobre la elección del nombre: “Copa de la Transformación”. ¿Transformación de qué? ¿Del deporte, de la juventud, de la política? ¿O simplemente un guiño simbólico al discurso dominante de “la Cuarta Transformación”? Porque cuando un torneo local se sube a ese término, se hace más fácil medirlo como un acto propagandístico que como una genuina política pública.
Finalmente, se confirma lo que muchos temen: que los diputados locales, que deben dedicarse a legislar, fiscalizar y representar, también están empleando recursos, presencia y actividades para su posicionamiento político. Y no lo digo por descartar lo deportivo, sino porque ese posicionamiento se presenta ante un mandato constitucional que fija tareas más urgentes. En el estado de Sonora, donde aún hay rezago educativo, de salud, de agua potable, de infraestructura rural, la pregunta es: ¿dónde están los diputados trabajando en esas materias?
Con todo, la iniciativa no debe descartarse por completo: si está bien diseñada, con seguimiento, rendición de cuentas, cobertura estatal y no sólo mediática, puede ser un buen complemento. Pero los ciudadanos deben exigir que al mismo tiempo legislen, supervisen y gobiernen con seriedad. Porque no basta con “hacer deporte”, hay que hacer bien la política.
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