Hermosillo, Sonora a 08 de mayo de 2025.- En el subterráneo ritmo frenético de la Ciudad de México, donde millones de personas se desplazan a diario en el metro, ha surgido una nueva y alarmante modalidad delictiva: los llamados “pinchazos”.
No se trata de una simple molestia ni de un rumor urbano sin fundamento. A la fecha, 41 denuncias formales —33 de ellas dentro del Metro— confirman que estamos frente a un fenómeno que mezcla violencia, impunidad y un preocupante vacío institucional.
El modus operandi es tan silencioso como aterrador: en medio del tumulto, las víctimas son inyectadas con una sustancia desconocida, presuntamente sedantes, que comienzan a hacer efecto casi de inmediato. Lo que sigue es una cadena de síntomas físicos —ardor, debilidad, adormecimiento, náuseas, somnolencia— y, en algunos casos, un acompañamiento que simula ser solidario, a menudo de mujeres que aparentan “ayudar” para luego posiblemente facilitar el robo, el abuso o algo aún peor.
Las consecuencias para la salud física y mental de las víctimas son profundas. No sólo deben lidiar con la agresión en sí y con los efectos de una sustancia desconocida que puede poner en riesgo su vida; también cargan con el trauma emocional, la ansiedad constante y el temor de volver a enfrentarse a una agresión invisible, inesperada, en un entorno que debería ser seguro.
Pero lo más inquietante no es sólo la existencia de esta nueva modalidad criminal, sino la respuesta —o la ausencia de ella— de las instituciones. Víctimas han denunciado que en clínicas del IMSS se minimizan los síntomas. “Es la nueva forma de robar en el Metro”, les han dicho, con una naturalidad que refleja no sólo desinformación, sino una peligrosa normalización de la violencia. ¿Qué mensaje se envía cuando una agresión con sustancias potencialmente tóxicas es vista como algo cotidiano?
Desde la perspectiva de seguridad pública, la falta de vigilancia efectiva en los espacios de transporte masivo es alarmante. ¿Dónde están las cámaras? ¿Dónde están los protocolos de emergencia? ¿Dónde está la capacitación al personal para atender a víctimas que claramente están bajo efectos de drogas o sustancias extrañas?
Y desde la salud pública, urge una respuesta articulada entre hospitales, laboratorios y autoridades sanitarias para identificar las sustancias utilizadas, determinar su peligrosidad y atender adecuadamente a las víctimas. Necesitamos protocolos médicos específicos, estudios toxicológicos y seguimiento psicológico a quienes sobreviven estos ataques.
Este fenómeno nos interpela como sociedad. ¿Qué nos está pasando cuando agredir a alguien con una aguja en plena hora pico se vuelve una estrategia viable para delinquir? ¿Cómo llegamos a este punto de descomposición en el que ni siquiera el cuerpo ajeno es respetado en el espacio público?
Frente a la violencia soterrada que se disfraza de accidente en el Metro, el silencio no puede ser la respuesta. Se requiere acción inmediata, institucional y social. Porque cada pinchazo no es sólo una agresión; es una herida directa a nuestra idea misma de convivencia y seguridad.
Infraestructura con rumbo: el Plan Nacional avanza en Sonora
En un claro ejemplo de coordinación efectiva entre los gobiernos federal y estatal, el gobernador Alfonso Durazo Montaño y la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo consolidan avances estratégicos del Plan Nacional en territorio sonorense.
Desde Palacio Nacional, se destacó con firmeza el progreso en uno de los proyectos más emblemáticos para la región: la carretera Bavispe–Nuevo Casas Grandes.
Esta obra no solo representa una inversión significativa de mil 859 millones de pesos, sino que también se perfila como un motor de desarrollo para más de 115 mil habitantes de Sonora y Chihuahua.
Con seis frentes activos de trabajo, 188 obreros y más de un centenar de máquinas en operación, el proyecto avanza con paso firme. La reducción de 95 minutos en tiempo de traslado no es menor: significa competitividad, ahorro y mayor seguridad para los usuarios de esta vía estratégica.
Durazo fue enfático al señalar que esta carretera es un eje prioritario para 2025. No es una promesa al aire, sino una realidad que ya se construye con maquinaria, concreto y visión de futuro. La participación activa de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, encabezada por Jesús Antonio Esteva Medina, fortalece aún más la certeza de cumplimiento.
Pero el desarrollo vial no termina ahí. El gobierno estatal también da seguimiento puntual a la carretera Guaymas–Chihuahua, otro de los pilares del llamado Plan Sonora. Con este proyecto, se busca detonar el desarrollo económico y turístico del puerto, abriendo nuevas rutas para la inversión y la conectividad regional.
Alfonso Durazo mueve sus piezas en el gabinete estatal del Gobierno del Estado de Sonora.
El gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, tomó protesta a Braulio Martínez como secretario de Seguridad Pública y a Paloma Terán como titular de la Coordinación General del Sistema Estatal de Comunicación Social.
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