Hermosillo, Sonora a 07 de abril de 2025.- Este domingo, lo que debió ser una jornada de inspiración, disciplina y homenaje a nuestros grandes talentos del ring, terminó convertido en un acto político disfrazado de evento deportivo. En el marco del Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz, se llevó a cabo en todo México la denominada Clase Nacional de Boxeo, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum con el objetivo de promover el deporte como vía de bienestar, paz y transformación social. Sin embargo, en Sonora, el mensaje se perdió entre discursos vacíos y ausencias imperdonables.
Lo que se vivió no fue una clase de boxeo, ni una verdadera celebración del deporte. Fue, en esencia, un mitin político. Los verdaderos protagonistas del ring brillaron por su ausencia. No estuvieron las figuras que han puesto en alto el nombre de Sonora: “Tayson” Márquez, José Alfredo Caballero, José Luis Castillo, Bryan “Latino” Acosta. Tampoco acudieron promotores de gran trayectoria como Rafa y Diego Soto, Evaristo Ochoa o Gerónimo Aldana. Ni siquiera fue convocado el Dr. Ricardo Montreal, director de la Comisión de Box, Lucha Libre y Artes Marciales Mixtas del Estado y médico titular del Consejo Mundial de Boxeo. La también ignorada Xóchitl Lagarda, directora de la Universidad WBC, con sede en Sonora, fue otro nombre ausente.
En contraste, la primera fila estuvo ocupada por funcionarios de la actual administración: el secretario de Gobierno, Adolfo Salazar Razo; el titular de la SEC, Froylán Gámez Gamboa; la secretaria de la Oficina del Ejecutivo Estatal, Paulina Ocaña Encinas; y la secretaría de las Mujeres, Sheila Hernández Alcaraz, todos cumpliendo con la consigna institucional. Se habló de que Sonora es tierra de campeones, de que no podía quedarse atrás en esta jornada nacional. Pero los campeones no estaban. El discurso quedó sin respaldo, sin credibilidad y, sobre todo, sin rostros del boxeo real.
La contradicción fue evidente: se ensalzó el papel del deporte, pero se excluyó a quienes lo construyen día a día desde los gimnasios, desde los barrios, desde el esfuerzo silencioso. Se perdió una oportunidad invaluable para conectar a los nuevos talentos con sus ídolos, para inspirar a los niños y jóvenes con historias vivas de lucha y éxito.
La campeona mundial de CMB, Camila Zamorano, no fue invitada, pero llego junto a compañeros donde entrena y se quedó entre el público, no la subieron al templete y menos le hicieron un reconocimiento en el evento principal. Solo, al término del mismo, la llamaron para tomarse unas fotos.
Lo ocurrido es reflejo de un problema más profundo: el uso del deporte como escenografía política. Una postal institucional sin contenido, sin alma y sin estrategia.
Importante señalar la falta de liderazgo y operación política del director de CODESON, Erubiel Durazo, quien no logró convocar a los campeones actuales ni a las leyendas del boxeo sonorense a convivir con las nuevas generaciones. Lo que pudo ser una experiencia formativa y motivadora para cientos de futuros pugilistas, terminó siendo un evento hueco, superficial y desconectado de la esencia del deporte. Una oportunidad desperdiciada que deja en claro que, en Sonora, el ring del boxeo está siendo ocupado por quienes nunca han lanzado un golpe… ni recibido uno.