La austeridad republicana que se fue por el retrete.
Hermosillo, Sonora a 05 de marzo de 12025.- Los políticos de ahora no entienden que no entienden. Su tan mencionada “austeridad republicana” es solo una fachada que se desploma con cada publicación en redes sociales. Ahora, más que servidores públicos, se creen influencers.
La nueva clase política no ha comprendido que el discurso debe coincidir con la vida diaria. No basta con hablar de principios mientras se vive con doble moral. Los excesos que critican en el pasado son los mismos que practican en el presente, con la diferencia de que ahora los presumen sin pudor alguno en redes sociales.
Es común verlos en mítines y conferencias atacando los lujos de sus antecesores, denunciando corrupción y jurando lealtad a los más necesitados. Sin embargo, fuera de los reflectores oficiales, sus acciones los delatan. Viajes ostentosos, cenas en restaurantes, compras y romances exhibidos con orgullo en internet. Todo esto mientras millones de ciudadanos luchan cada día para llevar comida a la mesa, sin más recompensa que una torta y un jugo recibidos el día de la elección.
Lo más preocupante no es la incongruencia, sino la falta de vergüenza. ¿No se dan cuenta de que su vida de excesos es vista por los mismos votantes que confiaron en su discurso de cambio? ¿No comprenden que cada foto de opulencia es una bofetada para aquellos a quienes prometieron justicia y equidad? La política no es una pasarela ni un reality show, aunque para muchos parece serlo.
Si los políticos realmente quieren diferenciarse de sus predecesores, deben comenzar por ser coherentes. La austeridad no se predica, se practica. Y si no están dispuestos a vivir conforme a sus propios principios, al menos deberían tener la prudencia de no restregárselo en la cara a quienes, con su voto, les dieron el poder que hoy disfrutan.
El balón de la esperanza
No cabe duda de que la generosidad no tiene límites, y para muestra, el diputado del Partido del Trabajo y CTM, Oscar Ortiz, quien, con un gesto digno de un prócer de la patria, viajó hasta San Pedro de la Cueva para entregar… ¡un balón de fútbol! Sí, un solo balón, porque todo en exceso es malo, incluso la ayuda.
El evento, que seguramente quedará grabado en la historia de la comunidad, se llevó a cabo en la Escuela Primaria Félix Romero. Ahí, entre discursos y aplausos, los niños y niñas esperaban ansiosos el “material deportivo” prometido. Pero la sorpresa fue mayor cuando vieron que dicho material se reducía a una única esférica. La ironía no se hizo esperar: “Seguramente se acabó el presupuesto en la compra de un balón”.
El objetivo, según se dijo, era fomentar la práctica del deporte y dotar a la escuela de mejores recursos. Y aunque algunos malpensados podrían cuestionar si un balón es suficiente para ello, lo cierto es que hay que aprender a ser agradecidos. No todos los días un representante del pueblo deja la comodidad de su curul para tan noble causa.
Así que, con este acto de magnanimidad, la comunidad de San Pedro de la Cueva puede dormir tranquila. Gracias a la entrega de este balón, el futuro del deporte en la región está asegurado. Ahora solo falta esperar que el siguiente viaje del diputado incluya una segunda pelota, no vaya a ser que la primera se ponche y se nos acabe la esperanza.
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