Hay tragedias y hazañas que se han quedado grabadas en la historia mundial por lo impactante de sus sucesos y la fuerza de sus protagonistas.
Una de ellas es la que rodeó al accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, el cual se estrelló en la cordillera de los Andes un viernes 13 de octubre de 1972, y cuyo suceso y supervivencia posterior de algunos de sus tripulantes se conoce precisamente como “tragedia de los Andes” y “milagro de los Andes”, respectivamente.
Uno de sus protagonistas fue Roberto Canessa, que en aquel entonces contaba con 19 años y cursaba el segundo año de Medicina, formando parte del equipo de rugby amateur Old Christians Club de Montevideo, el cual disputaría un partido contra el Old Boys Club en Santiago, Chile.
En su traslado hacia la capital chilena la aeronave se estrelló mientras transportaba a 40 pasajeros y cinco tripulantes.
Canessa salió prácticamente ileso al impacto del avión, lo que le permitió ser uno de los responsables en velar por la seguridad y la salud de los demás, empleando sus conocimientos de medicina para atender a los heridos.
También fue uno de los primeros en sugerir la idea de alimentarse de la carne de los fallecidos, lo que les ganó tiempo para ser rescatados.
Y finalmente realizó una de las tareas más duras, asumiéndose como expedicionario junto a Fernando “Nando” Parrado, emprendiendo una travesía de diez días a través de la cordillera de los Andes para buscar ayuda, bajo la noche estrellada de los Andes.
“Cómo puede tener el ser humano esa capacidad increíble de pasar del drama y de la muerte a la belleza”, señaló en su conferencia el ahora médico cardiólogo. “Cómo tenemos que saber esperar a veces ciertos momentos terribles, esperar que pasen porque sale el sol todos los días”, apuntó a manera de reflexión.
Uno de los momentos más emotivos de la conferencia que tuvo lugar en el Auditorio INAM la noche de este sábado 6 fue cuando Canessa invitó al escenario a su señora esposa Laura Surraco, quien compartió su experiencia desde el lado de los familiares, novias y amigos que nunca perdieron la esperanza de volverse a encontrar con sus seres queridos.
Como al resto de sobrevivientes, la tragedia de los Andes definió la vida posterior de ambos y Canessa se ha dedicado por 40 años a la cardiología pediátrica, salvando la vida de miles de niños a lo largo de su carrera en la medicina.
“Aprendí a no sentarte a esperar que te vengan a rescatar los helicópteros”, apuntó hacia el final de la conferencia.
“Aprendí que todos nosotros que estamos acá tenemos que ser agradecidos. Que si tenemos un lugar donde comer, donde dormir, donde tomar agua, depende de ti. Tenemos mucho más de lo que necesitamos y hacemos mucho menos de lo que podemos. Tenés que saber a esperar lo que te parece imposible en la vida”.